Silvia C.S.P. Martinson
Traducido al español por Pedro Rivera Jaro
Hoy son blancos. Blancos y sueltos al viento, tan hermosos como la nieve que cae.
Una vez fueron negros, hace mucho tiempo.
Sus cabellos son los testigos de muchas experiencias vividas.
Ahora camino a su lado, de su mano me sujeta.
Nosotros dos, de tanto tiempo cómplices, por las calles, lentamente caminamos. Yo siempre a su lado.
Soy suyo. ¿Cómo no serlo?
Sí, soy su fiel compañera.
El tiempo es corto para ambos.
Me pesa aún más. Estoy segura de que pronto me iré.
El me acaricia, me habla, y me mima.
Qué feliz me siento en estas horas de convivencia más cercana.
Caminando juntos recorremos las calles, él guiándome.
Somos viejos y cuando nadie nos ve, me cuenta en voz baja lo que ha pasado, lo que pasa en su corazón.
Me habla de sus alegrías, de sus tristezas y de sus esperanzas rotas.
Y todavía siento su alma palpitando cuando me habla de sus amores y deseos.
¡Que maravillosa intimidad la nuestra!
Todo mi cuerpo vibra al sentirlo.
Como he dicho antes, el tiempo es escaso.
Para mí es más rápido.
Dicen que son siete por cada año del hombre.
No lo sé.
Tengo que organizar la despedida.
No quiero hacerle daño, ni hacerle sufrir.
No se lo merece, teniendo en cuenta todo el cariño que me tiene y los sacrificios que hizo por mí.
Lo sé… Haré lo mismo que todos los que son como yo, cuando llegue el momento.
Sin que se dé cuenta, cuando abra la puerta saldré corriendo por las calles de la ciudad en busca del campo, correré y me esconderé.
Y allí me quedaré tranquilla, escondida, hasta que ella llegue. Como siempre nos llega a todos.
Soy vieja. Se me cae el pelo. Mis ojos ya no ven bien, ya no puedo defenderlo.
Ya casi no se oye mi ladrido.
¿Aún no lo sabes?
Yo soy Chiquinha, su perra.
Me estoy muriendo