La culebra que robaba la leche de un bebé

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Pedro Rivera Jaro

En los años cincuenta, cuando yo era un niño de pocos años, las mamás con bebés lactantes, acostumbraban a darles de mamar en público, pues entonces era considerado algo de lo más natural.
 
Si se encontraban cosiendo en la puerta de casa, junto a otras vecinas, y el bebé lloraba porque tenía hambre, tomaban el bebé en brazos, sacaban un pecho fuera de su alojamiento textil, y le ponía el pezón en la boquita, para que succionara la leche y acabara su hambre.
 
Luego ya, dependiendo de cada bebé y su apetito, podía saciarse con el contenido de un seno o, si seguía teniendo hambre, guardaba el seno vacío y continuaba con el segundo su alimentación. Hasta que el bebé se cansaba de mamar, y entonces su mamá le limpiaba la boquita, y guardaba la mama dentro de su alojamiento en el sujetador.
 
Recuerdo que en una ocasión, estaba mi querida mamá dando de mamar a mi hermano Félix, al cual saco 5 años, yo estaba mirando como lo hacían, y mamá tomó su pezón entre los dedos y apretó, dirigiendo el chorrito de leche a mi cara, que quedó mojada y pegajosa, por la leche proyectada sobre ella. Mi madre se reía con ganas, y yo también. El único que protestó fue mi hermanito que había notado como se interrumpía su comida.
 
Es posible que la gran atracción que ejercen sobre mí los pechos de las féminas, se encuentre en mi subconsciente, que posiblemente guarda aquel recuerdo del seno materno, fuente natural de vida.
 
Pero ahora quería contaros una historia que nos contó la abuela de mi amigo Ignacio, a él y a mí.
 
Esta señora era natural de un pequeño pueblecito de Toledo llamado Escalonilla, y nos refirió una historia de un niño que estaban criando, en su pueblo, con la leche de su mamá.
 
El niño estaba hermoso, pero en los últimos días, dejó de coger peso, y despertó la alarma
de su madre y de su abuela.
 
La mamá se sentaba en un cómodo sillón, en el zaguán de su casa, con el bebé en brazos,
dándole el pecho, mientras dormitaba. Una vez que la leche se acababa en sus pechos, ayudaba al bebé a expulsar el aire, dándole unas palmaditas en la espalda, y luego le acostaba para que durmiera.
 
Aquellos últimos días, el niño lloraba desconsoladamente después de mamar, y su mamá notó que no ganaba peso y lo comento con su madre, la abuela del bebé.
 
La abuela calló, cuando escuchó el comentario, y decidió observar desde un lugar escondido cómo se amamantaba el bebé. El niño empezó a mamar, y la mamá se adormiló enseguida.
De pronto, la abuela observó que, del ojo de una enorme cerradura que había en aquella vieja puerta carretera de madera, empezó a salir una culebra bastarda, y se aproximó hasta la boca del niño, introduciendo en ella la punta de su cola. Al mismo tiempo con su boca empezó a mamar la teta. Una vez hubo terminado, se retiró por el mismo orificio por el que había salido antes.
 
La abuela despertó a su hija y, la explicó lo sucedido. Quedó horrorizada con la explicación de lo que estaba sucediendo.
 
Al día siguiente pusieron un lazo corredizo en el ojo de la cerradura, y cuando la culebra salió, la atraparon y fin del problema. La trasladaron a gran distancia y la soltaron donde no pudiera volver a aquel zaguán.
 
El niño volvió a recuperar su peso, y su mamá y su abuela, su tranquilidad y sosiego.
Si la historia fue cierta o fue inventada solo para entretenernos a unos niños, no tengo forma de saberlo, pero eso ya es algo secundario. Lo importante es que esta historia me impactó, y nunca la he olvidado. Por eso mismo, ahora tengo el placer de regalárosla a todos vosotros.
 
Hace poco, alguien me contó otra historia parecida, de otra serpiente que mamaba de las ubres de una vaca, que tenía un ternero lactante, con tal suavidad, que la vaca buscaba a la serpiente para que la mamara, hasta el punto que llegó a aborrecer a su ternero.
 
Mi pregunta es: ¿Podría tratarse de la misma serpiente?

Sobre el autor/a

Pedro Rivera Jaro

Nació el 24 de febrero de 1950 en Madrid, España. Jubilado con estudios de Empresariales, Marketing y Logística. Dedicado por afición a la narrativa y poesía. Jurado en el Concurso Cultural FECI/INTE, participante en el Libro Versos en el Aire, con el poema ¿A dónde va?
Concurso Villa de Lumbrales XXII, de la Asociación de Mujeres.
Concurso de Editora Ex Libric, con el trabajo 48 Palabras.
En 2023 escribió, mano a mano con la autora Silvia Cristina Preysler Martinson el libro, en español y portugués, Cuatro Esquinas - Quatro Cantos.

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