Suspiros

S

Silvia C.S.P. Martinson

Ella se vistió completamente de blanco. El vestido cubría todo su cuerpo, sin dejar ni un pedacito descubierto. Él era, ese día, translúcido, brillante y de una luminiscencia rara vez vista antes.

El cuerpo de ella era redondo, estaba en su plenitud de belleza y presentaba en sus picos y relieves formas seductoras, aunque un tanto ensombrecidas.

Ella quería seducirlo de cualquier manera. No pretendía, de ninguna forma, perderlo de vista o que él, aunque fuese por breves minutos u horas, dejase de admirarla y hacerla feliz al desearla tanto.

Estaban los dos cerca del mar, sin embargo, los separaba una gran distancia. Prácticamente insuperable. Todos lo sabían, menos ellos, enamorados el uno del otro. Mantenían siempre la esperanza de que un día, tal vez, en un futuro próximo, pudiesen por fin abrazarse y besarse intensamente. Y en esta espera, ella aguardó toda la noche para que, por la mañana, ellos se encontrasen.

Poco a poco, el cielo se fue inundando de claridad. En el mar, los pájaros en bandadas buscaban ya su alimento, posando en las aguas donde los peces nadaban libremente. Los barcos zarpaban del puerto rumbo al océano profundo, donde con sus redes recogerían los cardúmenes que necesitaban para la supervivencia de los humanos.

Y he aquí que, en aquel momento, él apareció en el horizonte, trayendo en su camino una explosión de colores que inundaron las restantes sombras de la noche de mucha luz y belleza. Colores que iban del amarillo brillante al rojo púrpura.

Él la buscó para una vez más abrazarla y besarla con intensidad. Ella, feliz, lo recibió, ese día, por más tiempo de lo normal.

Ella quería permanecer donde estaba, lo deseaba intensamente, sin embargo, su luz y belleza se fueron apagando poco a poco, mientras que él se volvía más fuerte, más ardiente, más deseoso de quedarse definitivamente con ella.

La Tierra, madre cruel, envidiosa de la belleza de los dos, se interpuso en sus caminos haciendo que ambos, nuevamente, no pudiesen verse más en aquel día.

No obstante, en el corazón de los dos la esperanza continúa existiendo. La Luna blanca y resplandeciente espera poder, en un día cualquiera, abrazar y acariciar a su elegido, el tan exuberante y siempre apasionado Sol.

Y él, el Sol, en su caminata eterna, continúa a la búsqueda de un lugar donde pueda esconderse para poder, al fin, llorar.

Sobre el autor/a

Silvia Cristina Preissler Martinson

Nació en Porto Alegre, es abogada y actualmente vive en El Campello (Alicante, España). Ya ha publicado su poesía en colecciones: VOCES DEL PARTENÓN LITERARIO lV (Editora Revolução Cultural Porto Alegre, 2012), publicación oficial de la Sociedad Partenón Literario, asociación a la que pertenece, en ESCRITOS IV, publicación oficial de la Academia de Letras de Porto Alegre en colaboración con el Club Literario Jardim Ipiranga (colección) que reúne a varios autores; Escritos IV ( Edicões Caravela Porto Alegre, 2011); Escritos 5 (Editora IPSDP, 2013) y en español Versos en el Aire (Editora Diversidad Literaria, 2022).
En 2023 publica, mano a mano con el escritor Pedro Rivera Jaro, en español y en portugués, el libro Cuatro Esquinas - Quatro Cantos.

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