Anuncio de noviazgo

A

Alvaro de Almeida Leão

Traducido al español por José Manuel Lusilla
 

Simone, de 27 años, con un título universitario en Hostelería, trabaja en la cadena de hoteles de su familia. Mantiene en secreto su relación con Sergio, debido a que su padre no acepta a nadie que no pertenezca a su mismo nivel social.

Sergio, de 29 años, es un hombre trabajador, honesto y de origen humilde. Se desempeña como enfermero autónomo y estudió en escuelas y universidades públicas.

Ambos detestan la situación en la que se encuentran. Se aman profundamente y no merecen otro trato que no sea respeto y reconocimiento.

El padre de Simone, don Horacio, viudo de 72 años, es un hombre avaro, gruñón e intransigente. Para él, las familias no deben mezclarse entre clases sociales: ricos con ricos, clase media con clase media, pobres con pobres y miserables con miserables. Su mayor sueño es casar a su hija con alguien de una familia adinerada de la alta sociedad local.

Horacio también es padre de Carlos Augusto, un joven soltero de 26 años que trabaja como piloto de aviones de pequeña envergadura en una aerolínea.

En época de vacaciones, Simone y Sergio deciden viajar juntos y planean comunicarle a don Horacio su relación en una fecha y hora determinadas.

La familia de Sergio estima mucho a Simone y desea lo mejor para la pareja.

Una tarde, Sergio, con su habitual buena apariencia, llega a la casa de Simone algo nervioso, pero feliz. Es recibido por su novia.

—Entra, amor…

—Hola, mi vida. ¿Puedes guardar mi maleta? ¿Tu padre está en casa?

—Sí, está. Vamos a entrar.

—Bien. Y no te preocupes, sé muy bien lo que quiero y lo que merezco.

Simone lo guía hasta la biblioteca, donde su padre mira las noticias en la televisión. Ella lo presenta:

—Papá, éste es Sergio. Quiere hablar contigo. Los dejo a solas. Con permiso.

—Sí, pero, ¿quién es usted y qué quiere de mí?

—Mucho gusto, don Horacio. Soy Sergio y tengo un asunto importante que tratar con usted.

—¿Un asunto importante en nuestro primer encuentro? Qué extraño… Pero vamos, habla rápido, no tengo todo el día.

—Con mucho respeto, quiero decirle que soy el novio de Simone y…

—¡¿Ah, sí?! ¿Y ella lo sabe?

—Por favor, mantengamos el nivel de la conversación. Sin ironías.

—¿Desde cuándo ocurre esto? Mi hija no me ha dicho nada.

—Desde hace seis meses.

—¿De qué familia provienes?

—Provengo, con orgullo, de una familia humilde, honrada y trabajadora. Una familia que me inculcó valores morales y sociales.

—Hablemos de otro tema: tu formación, trabajo e ingresos.

—Soy enfermero titulado, con especialización en docencia. Trabajo de manera autónoma, así que mis ingresos varían.

—Y tu posición social, ¿cuál es?

—No la he medido aún, porque la considero menos importante que la satisfacción de cumplir con mi deber.

—Pues para mí lo es todo. Mi hija es mía y yo decido su futuro.

—Perdóneme, don Horacio, pero no creo que sea así.

—¿Ah, no? ¿Quieres que te diga algo corto y claro?

—Espero que no sea una grosería. Lo estoy tratando con respeto y exijo lo mismo.

—Entonces escucha bien: estoy totalmente en contra de este nefasto noviazgo. ¿Entendiste? ¡En contra! ¡Lárgate de aquí y olvídate de ésta casa!

—No sé cómo me controlo para no mandarlo al diablo…

—¡Vete, mocoso insolente!

Sergio, conteniendo su furia, decide marcharse antes de que la situación empeore. Al salir, se encuentra con Simone, quien le pregunta ansiosa:

—¿Y bien, amor? ¿Todo salió bien?

—¡Bien, nada! ¿Acaso no conoces a tu padre? ¿Qué me dijiste al recibirme?

—Te dije: “Entra, amor”.

—Pues entré… y salí peor.

—Qué desagradable.

—Lo sabes bien, y no por mi culpa.

—Eso es obvio. Pero, ¿de qué hablaron?

La conversación se interrumpe de repente por un grito de auxilio.

—¡Simone, hija, ayúdame! ¡Me siento muy mal! ¡Todo está oscuro…!

En la televisión acaban de informar que un avión de la empresa de Carlos Augusto se ha estrellado y no hay supervivientes.

—¡Dios mío! ¡No puede ser! —grita Simone, temblando.

—Simone, dame mi maleta. Vamos a la biblioteca.

—Aquí está, Sergio. ¡Dios, no dejes que mi padre muera!

Al llegar, encuentran a don Horacio recostado en su sillón, intentando masajearse el pecho.

—¡Simone, llama a los médicos de tu padre y a emergencias!

Sergio nota que Horacio suda excesivamente, está pálido y tiene dificultad para respirar. Le hace algunas preguntas:

—¿Siente dolor en el pecho, como una presión fuerte? ¿Hormigueo en el brazo izquierdo y el hombro? ¿Dolor de estómago? ¿Náuseas?

Ante las respuestas afirmativas, Sergio concluye que se trata de un infarto, probablemente causado por el impacto de la noticia.

—Simone, le daré los primeros auxilios a tu padre, ¿de acuerdo?

—¡Sí, por favor! ¡Dios los ayude!

Sergio acuesta a Horacio en el sofá, le afloja la ropa y empieza a hacerle masajes cardíacos, acompañados de palabras de aliento.

Tras una leve mejoría, Horacio empeora y sufre dos paros cardíacos. Sergio lo reanima con más masajes y respiración boca a boca hasta que los latidos vuelven a la normalidad.

Cuando todo parece estar bajo control, el teléfono de Simone suena.

—¡Simone, soy Carlos Augusto! ¿Escuchaste sobre el accidente? No era mi vuelo, salgo mañana. ¿Cómo está papá?

—¡Carlos! ¡Gracias a Dios estás vivo! Papá tuvo un infarto, pero está estable. No puede hablar ahora, pero te manda un beso y te hace señal de aprobación.

Al cortar la llamada, Simone se arrodilla para dar gracias a Dios, mientras su padre, con lágrimas en los ojos, eleva la mirada al cielo.

Llega la ambulancia y los paramédicos evalúan la situación.

—Joven, su asistencia fue crucial. Su intervención salvó la vida de don Horacio.

—Sí —agrega otro paramédico—, su futuro suegro le debe la vida.

Horacio, al escucharlo, pide hablar con Sergio.

—Sergio… Estuve al borde de la muerte. Pero siento que he renacido. A partir de hoy, solo guardaré lo bueno en mi corazón.

—Me alegra escucharlo, don Horacio.

—Y para demostrarlo, quiero hacerte un pedido importante…

—Diga, lo escucho.

—¿Aceptas a este "recién nacido" como tu suegro, hasta que la muerte nos separe?

—¡Por supuesto! No podría recibir mejor noticia. Haré a Simone la mujer más feliz del mundo.

—¡Maravilloso! Simone, ven aquí. Quiero abrazar a mi familia… a mi querida y ahora aumentada familia.

Entre abrazos y lágrimas, la esperanza de un nuevo comienzo llena el corazón de todos.

Sobre el autor/a

Álvaro de Almeida Leão

Nacido en Campina Grande - Paraiba; gaucho por adopción. Jubilado de Banrisul. Graduado en Administración de Empresas y Contabilidad por la UFRGS. Autor de los libros "Ensaios" y "Humor Para o Mau Humor" Fue miembro del periódico Letras, órgano oficial del Instituto Portugués de Cultura. Es miembro de antologías publicadas por organizaciones culturales del Estado. Es miembro efectivo de la Sociedad Literaria Partenon y miembro de su Consejo de Administración; miembro del Instituto Portugués de Cultura; de la Casa do Poeta Rio-Grandense y de la Casa do Artista Caponense en Capão da Canoa, RS. Académico de la Academia Internacional de Artes, Letras y Ciencias de Cruz Alta RS, de la Academia de Letras de Brasil Sección RGSul y de la Academia Luso-Brasileña de Letras de la RGSUL. Palmarés: Diploma de Honor al Mérito; Medallas; Trofeo Aldo Coimbra concedido por la Asociación de Empleados Jubilados de Banrisul - Elegido por la Editora Revolução Cultural como Escritor del Año en la Feria del Libro de Porto Alegre en 2019; Mención Caldre y Fiao del Partenón Literario y Mención Personalidad Internacional 2023 de la Academia Internacional de Artes, Letras y Ciencias de Cruz Alta RS; Participa anualmente en el Concurso Literario FECI CAPOLAT de la Confreira Marinês Bonacina. Actualmente es bicampeón del concurso FECI CAPOLAT, Oro en 2022 y Trofeo en 2023.

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