
Silvia C.S.P. Martinson
porque te dejas dominar,
mientras miro el paisaje,
los pájaros, las olas, el mar.
Tú sigues caminando,
pendiente del tiempo que calculas
para que la caminata se acabara.
Al escribir, te describo, te hablo
de ello, de quien eres eterno esclavo.
Ello marca y determina para ti, sobre todo,
en cada minuto o en cada hora,
cuándo todo empieza,
cuándo, a tu antojo,
todo, al fin, debe se acabar.
Y a tu lado sigo,
pensando y rezando,
por quererte tanto,
que a mi lado sigas
olvidado del maldito,
en un rincón, en un sótano
ese reloj, de él, mal amigo,
¡El proscrito!