Crecimos con la radio

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Pedro Rivera Jaro 

En los años cincuenta mi madre compró un aparato receptor de radio de la marca Telefunken.

Aquel aparato era carísimo para la época, quinientas pesetas. Era un aparato de válvulas, muy bonito y potente receptor, que cogía emisoras de muchas ciudades de toda Europa. Una de esas emisoras se me quedó grabada, por lo raro del nombre que no era otro que HILVERSUN. Aquel aparato receptor lo compró mi madre en una tienda que se llamaba El Ojo Mágico de la Calle Toledo 45, de Madrid, donde trabajaba como dependiente Elena Palomino, hermana de Paco, el marido de la prima Carmen y que era guapísima o al menos a mí me lo parecía. Elena se casó años después con un farmacéutico algo mayor que ella, y que tenía la farmacia en la calle Mayor, muy cercana a la plaza del mismo nombre de Madrid.

Mi padre encargó a Saturnino, mi vecino que era carpintero de oficio, un soporte en escuadra, de madera barnizada, y la fijó a la pared de la cocina de nuestra casa, justo encima de la mesa sobre la cual comíamos los seis miembros de la familia, a una altura de 1,80 metros. Sobre ese soporte se mantuvo el aparato de radio años y años.. Yo me pasaba muchísimo tiempo escuchando y aprendiendo de todo lo que emitían por la querida radio. Recuerdo que mi padre, a la hora de la comida, nos exigía silencio, porque le gustaba escuchar el PARTE. El parte eran las noticias, lo que hoy vemos en la Tele que llamamos Telediario. Esto provenía del Parte de Guerra que emitía Radio Nacional en los tiempos de la Guerra Incivil Española.

Todos tenemos en la memoria la última parte de la Guerra del día uno de Abril de 1939, pero creo que será preferible no volver a recordarlo.

Fueron tiempos muy duros para los vencedores y mucho más duros para los vencidos. Yo nací en 1950 y mis recuerdos no incluyen aquellos primeros años de posguerra, gracias a Dios, pero si los he conocido a través de terceras personas que vivieron aquellos tristes años. Aunque no gustaban de recordar las privaciones, las persecuciones, los encarcelamientos, siempre captaba entre sus conversaciones retazos de lo que habían vivido.

Crecimos con la Radio pero la radio nos transportaba a otros mundos, mucho más bonitos. Mi madre escuchaba los seriales radiados de Guillermo Sautier Casaseca, por ejemplo. Recuerdo Ama Rosa, El Derecho de Nacer. También recuerdo la Serie Dos Hombres buenos.

Pero como niño que era, lo que más disfruté fueron los cuentos que contaban cada día, como por ejemplo La Tabla de Multiplicar, Galgos o Podencos, que nos preparaban para la vida de adultos con sus correspondientes moralejas. Aquellos dos conejos que, entretenidos en discutir si los perros que les perseguían eran galgos, o eran podencos, se olvidaron de continuar huyendo, y cayeron entre sus dientes.

Este cuento me enseñó que no podemos distraernos de lo importante por discutir lo accesorio.

Otros cuentos que no olvido son La ratita Sabia, La Gallina Marcelina, (que era una gallina con mucha tradición, puesto que era de su abuela el Huevo de Colón), Garbancito, El Gallo Kiriko (a quien nadie quería limpiarle el pico, para ir a la boda de su tío Perico) y El Enano Saltarín.

Todas las mañanas , a las 10 comenzaba un programa llamado Conozca a Sus Vecinos, donde aquellos que tenían inquietudes artísticas acudían a cantar en los micrófonos de la radio para llegar a ser conocidos por el gran público. Los patrocinadores de los programas publicitaban sus productos a través de sus canciones comerciales, que los niños aprendíamos y cantábamos es alta voz, Cola Cao (yo soy aquel negrito), Okal, Almacenes Ruiz (si me quieres ver feliz, es preciso que me lleves, a los Almacenes Ruiz, de Hortaleza 19), y Muebles Cabezón.

En los fines de semana los locutores Bobby Deglané y José Luis Pecker, nos invitaban a la Cabalgata Fin de Semana, y los domingos por la tarde Carrusel con su seguimiento del futbol, le permitía a mi querido padre comprobar los resultados de los partidos y chequear los resultados de las quinielas, con la ilusión de acertar los catorce y hacerse millonario de la noche a la mañana.

Matilde Vilariño, Pedro Pablo Ayuso, Juana Ginzo, se convertían en divertidos personajes como Matilde, Perico y Periquín. A las cinco de la tarde, La Portera y sus Vecinos, hacían reír a la audiencia con sus graciosas ocurrencias, e igualmente sucedía al mediodía con La Saga de los Porretas.

Grandes profesionales que ganaban los Premios Ondas y Antena de Oro, dirigían programas de grandes audiencias, como por ejemplo, Joaquín Prats y Alberto Oliveras con Ustedes Son Formidables. Había programas que aparentemente eran para las tardes de las damas, pero que además eran seguidos por innumerables varones, como era el caso del Consultorio de Elena Francis, que seguía en antena en los primeros ochenta.

Recuerdo programas solidarios, tales como la Operación Clavel que dirigía el gran Bobby Deglané y que recogía ayudas para los afectados por las inundaciones de 1961, sufridas por los sevillanos. Más tarde hubo otro programa cuando las inundaciones del Vallés, en Cataluña.

Otro grandísimo profesional de la radio, Joaquín Peláez, dirigió la Operación Plus Ultra que seleccionaba auténticos héroes infantiles, para que cundiera su magnífico ejemplo entre los demás niños.
Humoristas como Gila y Pepe Iglesias El Zorro me hicieron reír sin tasa con sus desternillantes veladas.

No acabaría nunca de contar mis recuerdos de la radio, teniendo en cuenta que hasta 1964 no llegó el primer televisor a mi casa, y tomó el relevo de la atención familiar, pero no quiero acabar este hilo sin mostrar mi agradecimiento a lo que se llamaba Peticiones del Oyente, donde a solicitud de familiares y amigos, nos llegaba la felicitación de Cumpleaños mediante las canciones de moda, interpretadas por los cantantes más famosos del momento. Juanito Valderrama cantaba El Emigrante, dedicada a aquel hijo que estaba trabajando en Alemania, o Su Primera Comunión, si se trataba del mes de mayo y la celebración de las comuniones, que entonces eran grandes celebraciones. Antonio Molina nos cantaba Soy Minero, Angelillo nos llevaba por su Camino Verde y tantos otros músicos que con sus composiciones alegraban nuestras vidas.

Quiero expresar mi agradecimiento a todos los profesionales de la Radio que con su esfuerzo, como continúan haciéndolo hoy en día, nos han ayudado a superar aquella España que luchaba contra la desigualdad que nos diferenciaba del resto de Europa.

Hubo años en los que la gente pensaba que la televisión acabaría destruyendo a la radio, pero el correr del tiempo ha demostrado que la radio, por su propia constitución, por su inmediatez, supera en muchos aspectos a la televisión.

Todo lo que aprendí de niño escuchando aquella Telefunken de válvulas, me ha servido a lo largo de mi vida de igual modo que me sirvieron las enseñanzas de mis padres y de mis maestros.

Durante las noches de mis muchos años trabajando como taxista nocturno, mi querida radio me ha estado acompañando y ha conseguido que las horas transcurrieran con presteza.

Hoy a mis 73 años sigo escuchando cada mañana la radio y en los fines de semana escucho a Pepa y su No es un día Cualquiera, haciéndome sentir como si estuviéramos entre grandes amigos.

Espero no haberles aburrido con mis recuerdos. Les deseo a ustedes que su vida transcurra con la mayor placidez.

Sobre el autor/a

Pedro Rivera Jaro

Nació el 24 de febrero de 1950 en Madrid, España. Jubilado con estudios de Empresariales, Marketing y Logística. Dedicado por afición a la narrativa y poesía. Jurado en el Concurso Cultural FECI/INTE, participante en el Libro Versos en el Aire, con el poema ¿A dónde va?
Concurso Villa de Lumbrales XXII, de la Asociación de Mujeres.
Concurso de Editora Ex Libric, con el trabajo 48 Palabras.
En 2023 escribió, mano a mano con la autora Silvia Cristina Preysler Martinson el libro, en español y portugués, Cuatro Esquinas - Quatro Cantos.

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