Pedro Rivera Jaro
La abuela paterna de Estrella, mi esposa, se llamaba Concepción. Era la hija mayor del primer matrimonio del abuelo León, que posteriormente al quedarse viudo, caso en segundas nupcias con una chica joven llamada Leonor con la que tuvo otro montón de hijos.
El abuelo León estando viudo acostumbraba a llevar invitados a comer a su casa y correspondía a Concepción , como hija mayor, preparar comida al padre y a su invitado, cosa de la cual estaba muy harta.
Pensó que si hacia malos guisos, los invitados dejarían de acudir a su casa y cargarla de trabajos. En consecuencia preparó unas patatas guisadas bien cargadas de picante que efectivamente el invitado no se atrevió a terminar de comer. Tampoco se atrevió a volver a su casa.
Las patatas se las puso de comida a su perro, de nombre Tenazas, quien cuando lleno de hambre se avalanzó al recipiente lleno de patatas para comerlas, dando el primero bocado, soltó un aullido lastimero y salió corriendo de la casa, y a día de hoy todavía no ha vuelto.
Conce, como la llamábamos todos era una mujer llena de vida y con ocurrencias llenas de gracia.