Un gorrión casi humano

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Pedro Rivera Jaro

 
En lo que conocemos como Pasillo Verde, que era una antigua vía de ferrocarril,
existen una serie de tiendas que frecuentamos habitualmente mi esposa y yo, para
las compras diarias de alimentación. Una de ellas se llama Montepinos. En uno de sus dos locales, Montepinos tiene instalado un Mercadito en el que existen una pescadería, una charcutería, una pollería, una carnicería y una frutería.
 
En el otro local, situado justo enfrente, cruzando la calle, hay una cafetería, que, en
una parte alberga un horno de panadería, con su despacho de pan y pastelería.
 
El otro día fui a la panadería para comprar el pan, por encargo de mi esposa, y al abrirse la puerta de cristal, observé como por encima de mi hombro entraba volando una hembra de gorrión y se posaba enfrente, sobre el borde de una estantería.
 
Distingo entre hembra y macho, porque este lleva en su plumaje lo que llamamos
corbata que es una mancha oscura sobre su garganta y pecho, y la hembra no la
lleva, sino que es totalmente gris en su garganta y pecho, como el resto del plumaje
de su cuerpo.
 
Aquel animalito bajó al suelo y picoteaba en el, miguitas de pan y restos de comida,
que supongo se caían de las consumiciones de los clientes, que consumían en la
cafetería.
 
Intenté aproximarme a ella, y ella, dando cortos vuelos y saltitos, no me lo permitió.
Compré mi pan y me aproximé a la cajera, que me conoce y se llama Eva, y le
comenté el tema.
 
Ella me contestó que ya me había observado, y que el pajarito llevaba entrando desde la pandemia, cuando estuvimos recluídos en nuestros domicilios, y cuando al no
encontrar comida por la calle, entraba a buscarla allí dentro. Pero lo que llamó más
mi atención, fue saber lo que me dijo Eva, que era que, cuando esta pajarita tenía
crías, entraba con ellas para buscar alimentos para dárselos a los polluelos. También
me dijo, que si pudiese pillarla la metería en el horno, porque lógicamente ensucia
por todas partes con sus cacas. Pensemos que ella es la encargada de limpiar el local. Pero el animalito es lo suficientemente listo, como para no permitir que nadie le ponga la mano encima.
 
Cuando terminó su búsqueda de alimentos, esperó a que alguien volviese a abrir la
puerta y nuevamente salió a la calle. En mi modesta opinión, yo creo que un
animalito que demuestra esa inteligencia para sobrevivir ante las dificultades de la
vida, aunque no se trate de un humano, merece admiración y respeto.

Sobre el autor/a

Pedro Rivera Jaro

Nació el 24 de febrero de 1950 en Madrid, España. Jubilado con estudios de Empresariales, Marketing y Logística. Dedicado por afición a la narrativa y poesía. Jurado en el Concurso Cultural FECI/INTE, participante en el Libro Versos en el Aire, con el poema ¿A dónde va?
Concurso Villa de Lumbrales XXII, de la Asociación de Mujeres.
Concurso de Editora Ex Libric, con el trabajo 48 Palabras.
En 2023 escribió, mano a mano con la autora Silvia Cristina Preysler Martinson el libro, en español y portugués, Cuatro Esquinas - Quatro Cantos.

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